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De 26-30 de agosto de 2024, Earthworks acompañó a las organizaciones sin fines de lucro CEMDA (Centro Mexicano de Derecho Ambiental) y Conexiones Climáticas en una visita a comunidades afectadas por la infraestructura de petróleo y gas siempre en expansión en Campeche y Tabasco en el Golfo de México. 

Las imágenes de OGI que fueron filmadas durante la visita a la región muestran una gran cantidad de contaminación del aire desde una variedad de infraestructura interconectada. La gran mayoría de los impactos derivan de mecheros dentro de instalaciones de procesamiento y distribución de gas (Pemex en Atasta, Cactus, y el terminal de separación en Dos Bocas) asi como la Refinería de Dos Bocas/Olmeca. También encontramos lo que parece ser quema ineficiente desde las chimeneas cerradas en las plantas de Pemex Cactus y Engie Energy Mayakan II. El largo humo de hidrocarburos revela que el metano parece estar siendo quemado solo parcialmente en el proceso de convertirlo en dióxido de carbono; así, hay mucho metano que parece estar siendo venteado a la atmósfera. Aquí están nuestros hallazgos y descripciones.

El metano es un gas de efecto invernadero que es 86 veces más potente en el calentamiento del clima que lo es el dióxido de carbono, en un espacio de tiempo más corto de 20 años.  Las emisiones también incluyen gases dañinos a la salud, como benceno, butano, etileno, etilbenceno, xileno, hidrógeno sulfúrico, polvo de sílice, óxido de nitrógeno, y propano. La contaminación de las operaciones que ya existen y las que se van a expandir incrementan la posibilidad de impactos a la salud humana, como impactos al sistema nervioso, o a órganos como riñones, hígados y pulmones, así como varios tipos de cáncer.  

Miembros de comunidades vecinas a estas instalaciones se quejan de fuertes olores a gases de hidrocarburos, y también de constantes y fuertes dolores de cabeza, sangre de nariz, náuseas, y malestar general. Estas comunidades son las zonas de sacrificio en el modelo económico global que favorece al mega-desarrollo y ‘hasta-la-última-gota’ de extracción y producción de energía fósil. 

Plan para expandir instalaciones de petróleo y gas incremental el riesgo de contaminación

El Golfo en el sudeste del país es responsable por una gran parte de la extracción y producción de petróleo y gas (~90%). La economía de estos estados está vinculada a la industria, y más dependiente del gas de Estados Unidos que viene desde la región Permian en Texas, vía el sistema de gasoductos interconectados y hasta algunos que están debajo del mar. 

El gasoducto Puerta al Sureste, que la compañía canadiense TC Energy operará en colaboración con CFE (Comisión Federal de Electricidad) va a mover 1.3 billones de pies cúbicos de gas todos los días cuando esté inaugurado en 2025. La region del Golfo de México hospeda una de los más grandes ecosistemas del mundo, y está en una área conocida por su rica biodiversidad y pesquería. En junio de 2023, Greenpeace México y otras organizaciones ambientalistas en México y internacionales mostraron el impacto de la construcción del gasoducto debajo del mar Sur de Texas-Tuxpan  sobre los arrecifes de coral en la costa de Veracruz. En julio del mismo año, un derrame del tamaño de 140 campos de fútbol resultó en residuos de crudo siendo desparramados en la costa que fue denunciada por expertos de la UNAM.

La presidenta de México Claudia Sheinbaum estuvo articulando relaciones con inversionistas de Estados Unidos y de México para poder asegurar $20 billones de dólares para semejantes proyectos de infraestructura conectados a la industria de combustibles fósiles.

Aunque el plan es aparentemente asegurar una proporción grande de la energía necesaria para el consumo interno en México, hay riesgos significativos en profundizar la dependencia en combustibles fósiles, por encima de los riesgos al medio ambiente y a la salud asociados a este tipo de expansión. Más de 70% del gas fósil en México viene de Estados Unidos. Veinte años después del pico del petróleo, un plan como el que proponen los inversionistas y el gobierno mexicano que enfatiza combustibles fósiles niega las posibilidades que existen para repensar un camino hacia la transición energética justa, el respeto a la naturaleza y a los pueblos, y las transformaciones estructurales que expertos ambientales y comunidades han propuesto con iniciativas como Nuestro Futuro, Nuestra Energia.

Un proyecto de expansión de esta magnitud indudablemente representa daño a las comunidades cerca de la infraestructura, y empeoramiento de la crisis climática. Un estudio de 2021 hecho por Environmental Defense Fund (EDF) reveló que ciertas instalaciones de petróleo y gas en la región sudeste en el Golfo de México resultaron en la emisión a la atmósfera de 10 veces más metano que lo que reportaba el gobierno. Estas emisiones hubieran sido suficientes para garantizar el consumo interno anual a mitad de la población de México, según Daniel Zavala de EDF y autor del estudio. Irónicamente ese mismo año, México firmó el Global Methane Pledge que oficializaba el compromiso a reducir las emisiones de metano por 30% hasta 2030.

Muchas personas de las comunidades continúan resistiendo, ansiosas para cambiar el rumbo de este modelo de zonas de sacrificio, y mostrarles a sus compatriotas que otro mundo es posible. Conexiones Climáticas y CEMDA apoyan a comunidades en este cambio de narrativa, y con apoyo jurídico para poner un fin a la expansión y al proceso de entregar permisos sin fin a la industria.